En el marco del Modelo Educativo y de los lineamientos estratégicos de la Universidad de Chile, donde se ha plasmado la internacionalización y promoción de la equidad y la inclusión como un mandato ético, político, social e intelectual que releva y actualiza su compromiso con el desarrollo del país, nace el programa de Movilidad Internacional con Equidad (MIE). Su objetivo es favorecer la equidad en los procesos postulación, desarrollo y ejecución de la movilidad estudiantil internacional de pregrado para fomentar la igualdad de oportunidades de movilidad entre las y los estudiantes que ingresan a la Universidad vía admisión especial.

De acuerdo a datos de la Propuesta Proyecto Piloto del MIE, entre los años 2018 y 2019, 326 estudiantes de pregrado de la Universidad de Chile postularon a movilidad internacional. De ellos, un 10 por ciento ingresó vía especial, grupo de estudiantes que tras ser aceptado por las universidades extranjeras desistió de concretar el proceso. Si bien el financiamiento fue un factor primordial para la deserción, la Propuesta Proyecto Piloto detectó que esta no era la única barrera existente porque los estudiantes de ingreso especial, además, deben enfrentarse al imaginario de que este tipo de programas, históricamente, están dirigidos a personas de ciertos estratos socioeconómicos y a las barreras socioculturales asociadas a la desigualdad de oportunidades que producen asimetrías de capital cultural, como el acceso a segundos idiomas y/o formación académica complementaria o previa que les permita desarrollar la movilidad exitosamente.

«Sabemos que abrir oportunidades de intercambio fortalece la experiencia formativa de las y los estudiantes, refrenda el espíritu que compartimos y promovemos con nuestra política de equidad e inclusión y con los principios de nuestro Modelo Educativo. Este tipo de experiencias aporta al proyecto de vida de las y los estudiantes, entregándoles la oportunidad de cursar una experiencia integral, con impactos significativos y positivos en sus vidas», sostiene Anita Rojas, subdirectora de Pregrado de la U. de Chile.

Desde la Dirección de Relaciones Internacionales de la U. de Chile se considera que la democratización de la movilidad estudiantil internacional está ligada a los objetivos de la Política de Equidad e Inclusión estudiantil tendiente a «resguardar la entrega de apoyos, asegurando la igualdad de oportunidades en la educación en cuanto al ingreso, progreso y egreso, para todos los estudiantes de acuerdo a sus necesidades específicas».

Es por eso que, en el marco del Proyecto de Internacionalización UCH-1866 y UCH-1966, en el año 2021, el Programa de Movilidad Estudiantil (PME), en conjunto con la Unidad de Aprendizaje del Departamento de Pregrado, elaboraron el Proyecto Piloto de Equidad para la Movilidad Internacional (MIE). El programa está dirigido a estudiantes de admisión especial -Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (SIPEE), Beca de Excelencia Académica (BEA), Programa de Acceso Efectivo a la Educación Superior (PACE)- para que a través de convocatorias anuales puedan postular a una beca de financiamiento y acompañamiento para que puedan realizar un proceso movilidad estudiantil internacional por un semestre.

LA PRIMERA GENERACIÓN DEL MIE

Son cuatro mujeres que van en cuarto año de sus carreras las que fueron seleccionadas por el programa en su primera versión. Dos son de Santiago, una de Isla de Maipo y una de Laja, en el Biobío. Estudiaron en establecimientos educacionales municipales y fueron parte del ingreso especial a la Universidad de Chile. Se enteraron de la convocatoria MIE a través de correo electrónico, redes sociales y amigos, y pese a la inseguridad inicial y a la incredulidad de que pudiesen ser seleccionadas como beneficiarias de la beca MIE decidieron de ser parte del proceso porque sintieron que no perdían nada con intentarlo.

Catalina Sandoval Durán es estudiante de Ingeniería Comercial en la Facultad de Economía y Negocios, vive en Isla de Maipo y eligió realizar su intercambio en la Universidad Carlos III de España. Pertenece a una familia muy unida, es trilliza, y cuando supo de la convocatoria sintió que era la posibilidad de desafiarse a sí misma, pues lo más difícil de este proceso para ella era la lejanía, estar sin la compañía de sus hermanas y su familia, de quienes nunca había estado tan lejos y por tanto tiempo.

«Quería tomar esta oportunidad para retarme a mí misma. No me consideraba una persona muy sociable y no me agrada salir de mi zona de confort. Siempre he vivido en el mismo lugar, siempre he estado con mis hermanas, somos trillizas, y tomé esta oportunidad para demostrarme que yo sí podía hacer cosas de manera independiente, por mí misma».

La movilidad internacional no estaba dentro de los planes de Catalina, debido al costo asociado y las pocas oportunidades para acceder a estos procesos. Es por eso que cuando se enteró de la convocatoria postuló porque sintió que era una oportunidad, esas que pocas veces se presentan en la vida. De esta manera, se volcó a internet y a las redes sociales para presentar una buena postulación, con el objetivo de adjudicarse la beca, aun cuando consideraba que las posibilidades eran bajas debido al gran interés de la comunidad universitaria en el beneficio y a los pocos cupos disponibles.

«Es importante que se abran estas oportunidades porque existen desigualdades que hay que aminorar. Me siento muy agradecida de poder haber vivido esta experiencia y haberme adjudicado esta beca. Porque, además, muchas veces una no se cree el cuento y dice como ‘sabes, yo no soy tan bacán como para irme, hay gente mucho más inteligente, con más habilidades sociales’. Entonces, ahora siento que a pesar de todo lo difícil, de los privilegios que no tuve, fui capaz, lo logré y qué bueno poder ser representante de que sí se puede. Cuando subí al avión para regresar, de verdad, fue una satisfacción grande sentir que lo había logrado».

Desde el Campus Juan Gómez Millas, Camila Urquiola Urbina, estudiante de Antropología en la Facultad de Ciencias Sociales, se atrevió a ser parte del proceso con la esperanza que le entregaban sus motivaciones, que eran una mezcla de metas personales, pero también la oportunidad de doblarle la mano al destino.

«Vengo de Independencia, de un liceo municipal. Mi familia es de clase media baja y siempre percibí que la movilidad estudiantil es algo que no le pasa a la gente como a uno. Por eso, quería demostrar que estas cosas sí nos pasan a nosotros, quería darle la vuelta a la vida un poco. Entregarles un ejemplo a mis hermanos porque quiero que vean y entiendan que el mundo es más grande de lo que nos muestran, que no es solo nuestra casa o la comuna. El mundo es amplio y Chile, lamentablemente, es una franja en la tierra en el mundo».

Se decidió por la Universidad Complutense de Madrid, España, con la inquietud por la interculturalidad y la multiculturalidad, para aprender sobre estos procesos y cómo amalgaman en la sociedad que los abriga. «Estar en la cuna de la cultura, conviviendo, aprendiendo, creo que es una de las mejores experiencias vividas. Conocí la interculturalidad real, porque hoy en Chile no hay una interculturalidad. Además, que aparte de los alumnos españoles, una se relaciona con los grupos de estudiantes que también están de intercambio y se forman redes de apoyo muy fuertes. Porque nos tocó vivir solas allá y eso obliga a generar lazos con nuestras compañeras de piso y curso, y a generar nuevas experiencias».

La estudiante de Derecho, Valentina González Gutiérrez, optó por la Universidad Carlos III de España debido a la compatibilidad existente en la tradición jurídica chilena y los países europeos, por lo que vio la posibilidad de sumar conocimientos y experticia en sus áreas de interés académico. «Generé varias conexiones con profesores con los que hubiese sido imposible vincularme porque estamos en contextos muy diferentes. La movilidad me ayudó a desarrollar el interés jurídico y pensar en la profesional que quiero ser. Me interesa el tema medioambiental y en España y la Unión Europea esto está mucho más desarrollado. Además, me topé con profesores chilenos y me contaron de sus proyectos allá y gracias a eso se me abrieron las posibilidades de que siendo mujer sí puedo desarrollarme en mi área fuera de Chile».

No obstante, Valentina considera que el aspecto académico y profesional no es el único que se ve favorecido durante el proceso de movilidad estudiantil, puesto que el crecimiento personal y el desarrollo integral también se ve enriquecido con este tipo de oportunidades. «Además de los estudios, también nos tocó lidiar con fechas difíciles, como Navidad, Año Nuevo, cumpleaños, y eso te hace súper resiliente porque debes sobreponerte al nuevo escenario y creerte un cuento, porque a pesar de que estamos en el año 2023, se sigue privilegiando a los hombres, al menos en mi contexto. Entonces, me resulta increíble que cuatro mujeres latinoamericanas hayamos finalizamos con éxito la movilidad en Europa porque hay quienes no concluyen estos procesos y porque también existen prejuicios de nuestras capacidades y nivel académico por ser de Chile».

Gabriela Quilodrán Cifuentes, oriunda de la Región del Biobío, se describe como una persona sociable y muy busquilla. Siempre quiso realizar una movilidad estudiantil con la ilusión de tener una experiencia universitaria completa y aun cuando no supiera cómo podría conseguirlo, pensaba que si no se daba durante el pregrado podría ser encontrar una oportunidad en el postgrado. «Que un grupo humano me haya elegido para representar a la Universidad de Chile en el extranjero, en España, fue una experiencia increíble. Vengo del sur, de Laja, de un colegio municipal. No estudié en un colegio privado. Cuando era chica que alguien se vaya de intercambio era impensado y lo más grande que te pudiera pasar. Haber entrado a La Chile ya era un logro, un sueño para mi familia, y el que ahora me haya ido de intercambio es un sueño que mi yo de 15 años no podría creer, un sueño que hoy es una meta cumplida».

La estudiante de Administración Pública en la Facultad de Gobierno se aventuró por realizar su intercambio en la Universidad Politécnica de Valencia, donde señala que era la única de su curso que no era española, posición que la impulsó a salir y descubrir nuevos círculos de amigos, redes de apoyo y generar lazos más estrechos con España y su cultura.

«Durante la movilidad siento que expandí mucho mi conocimiento sobre muchas áreas, incluyendo Administración Publica, pero allá le di un enfoque muy diverso. Fue una experiencia muy enriquecedora académicamente, porque tuve la oportunidad de tomar cursos que no me habrían ocurrido como Derecho Urbanístico o vincularme con personas que estudiaban Ingeniería en Caminos. Al final, todos los días aprendí algo nuevo, adquirí nuevos conocimientos sin forzarlo porque el solo hecho de estar en otro lugar te pone como receptor de información constantemente».

INVITACIÓN A LAS NUEVAS GENERACIONES

El Programa de Movilidad Internacional con Equidad realizó su primera convocatoria en el segundo semestre de 2021. La primera generación a la que pertenecen Camila, Valentina, Gabriela y Catalina realizó su movilidad el segundo semestre del 2022. Actualmente, las cuatro jóvenes estudiantes se encuentran en el proceso de acompañamiento y preparación para la movilidad que se realizará el segundo semestre de este 2023. Con una beca para cubrir los costos de pasajes, manutención, seguro y alojamiento, y el apoyo entregado por el PME, al final del 2023 este proyecto piloto habrá permitido que ocho estudiantes de ingreso especial hayan realizado una movilidad estudiantil internacional que amplía sus conocimientos, pero que también se transforma en una experiencia de vida que fortalece su desarrollo académico, profesional y personal.

«Motivaría a las y los estudiantes de La Chile a postular. En mi caso, una amiga me incentivó. Es una oportunidad que quizás se le va a dar solo una vez en la vida y no se pierde nada con postular. Aprendí cosas como hacer un currículum, una carta Gantt, un video; quizás son habilidades súper básicas, pero que sigo usando. Además, siempre va a ser una buena experiencia salir de tu círculo y de tu zona de comodidad. Siento que crecimos mucho, aprendimos a ser responsables, a llevar las cuentas. Uno aprende de todo y más de lo que espera», comenta la estudiante Derecho, Valentina González.

«La movilidad me enseñó muchas cosas de mi misma. Crecí mucho y ahora me siento más segura de mi misma, de mis capacidades, de lo que puedo lograr. Siento que hoy soy capaz de desafiarme aún más y de cumplirlo a pesar de que sea difícil y de los obstáculos» señala la estudiante de Ingeniería Comercial, Catalina Sandoval.

«Soy de las personas que piensa que las oportunidades son de quien las busca, y si yo no hubiese postulado, claramente no hubiese ido a España. Entonces, a pesar de donde uno venga o de cómo se sienta, cual sea su autopercepción, no se pierde nada con postular. Esto puede servir de ejemplo para la gente que viene del mismo contexto que yo, de colegios municipales o del sur, para que sepan que sí se puede, que no es tan imposible como yo lo pensaba o como mucha gente piensa», expresa la estudiante de Administración Pública, Gabriela Quilodrán.

«Somos mujeres, somos capaces. Tenemos muchas cosas lindas también y estamos proyectando cómo abrirle oportunidades al resto de las generaciones que vienen. Pensar que fuimos las primeras del programa piloto es un gran paso, también para la para la Universidad, que puede ver que si nosotras fuimos capaces de terminar el proceso por qué no seguir generando más espacios para que más personas realicen movilidad y quizás no tan solo a quiénes ingresan por admisión especial, porque creo que muchas y muchos merecen vivir esta experiencia», destaca por su parte la estudiante de Antropología, Camila Urquiola.

Fuente: Comunicaciones DRI – U. de Chile